"ali", Paco R. Baños

| 19 may 2013


Baqueteado en el mundo de los cortos y en las colaboraciones con cineastas paisanos y hasta compañeros de estudios, Paco R. Baños se estrena en los largometrajes con la premiada y bien recibida por la crítica, "ali". El filme cuenta algunos episodios inconexos de la vida de la joven protagonista que da título a la obra: la historia sentimental con un compañero de trabajo en el hipermercado donde trabajan, las turbulentas relaciones familiares con su madre y las salidas nocturnas con dos amigas, también trabajadoras del híper. Las dos primeras secuencias son las más interesantes y con más peso en la película, mientras que los episodios con las amigas son bastante livianos y pretenden, más que nada, dar una pátina de normalidad y de engarce con la realidad a la extraña personalidad de Ali.

Marcada por una madre infantilizada y emocionalmente inestable, Ali se nos muestra como una joven independiente, liberada y lenguaraz. Alérgica a los lazos sentimentales, su relación con Julio, el compañero laboral, no pretende para ella convertirse en nada más que ocasionales encuentros sexuales, pese a la insistencia y la paciencia del muchacho. Hay en Ali una carencia afectiva que deriva del ámbito familiar, donde la madre no ejerce como tal, pese a la paciencia de la hija -paralelismo, en este sentido, contrario a la relación que establece con Julio-; paciencia que se agota cuando la madre vuelve a caer en las redes sentimentales de otro amante, al que impunemente vuelve a meter en casa. Solo cuando la madre le permite la liberación del yugo maternal -tras un accidente casero-, Ali terminará por aceptar su necesidad afectiva e iniciará la búsqueda de un casi perdido para la causa Julio; trauma que corre paralelo a otro que al final también logra superar: el del miedo a conducir.

La película tiene una marcada querencia "indie": la narración dividida en secuencias encabezadas por imágenes televisivas de retroanuncios de accidentes (ese pánico al volante antes citado), la extraña afición de Julio de grabar la realidad cotidiana con sonidos, la cámara que se entretiene y sigue obsesivamente a la protagonista, sobre todo en su deambular en el trabajo (dando una dimensión estética a las grandes superficies) y por la calle (¿el caminar torcido de la actriz es premeditado?), pero también en su cuerpo: ese plano frontal de sus bragas mientras ella está acostada lateralmente recuerda al de Scarlett Johansson en "Lost in translation" de Sofia Coppola, son solo algunos de los elementos cinematográficos que muestran la inclinación del director por una determinada estética visual, la del cine independiente y alternativo. Hay, por otra parte, un esfuerzo en el guión que se materializa en unos diálogos sabrosos, excesivamente brillantes a veces y que cuesta seguir por alguna elocución no suficientemente clara, y esto a pesar de que, aunque la película está ambientada en Sevilla, la dicción no es andaluza.

Lo mejor del filme radica en las interpretaciones de sus protagonistas: Nadia de Santiago ha comprendido perfectamente lo que el director pretende comunicar con el personaje y sabe darle la profundidad, dureza y carga de misterio necesarias, además es una actriz guapa y amada por la cámara; Verónica Forqué está muy profesional en un papel que no es para nada ajeno a su trayectoria; Lluís Marco ofrece una lección de interpretación encarnando al vilipendiado por Ali y sufrido amante de la madre, y el joven Adrián Lamana cumple sobradamente; quizás Julián Villagrán de vida al personaje más desdibujado y desaprovechado del elenco de actores.

Es de esperar un recorrido comercial largo para la película, después de la premiada trayectoria festivalera y tras un proceso de estreno en las salas que ha durado lo suyo -la obra tiene ya más de un año-. El gancho de los actores (conocidos sobradamente por la televisión o premiados en los Goya) debería ser el punto fuerte para la taquilla.

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