ARTISTA, NO VA POR TI NI POR NINGUNO DE BNK pero es un texto interesante para reflexionar y para animaros a participar en el grupo de formación

| 3 nov 2011

EL ACRITICISMO DE LA PRÁCTICA COMO PRÁCTICA

Resulta bastante evidente que esta situación es, por muchas causas, prácticamente irreal. Consciente o inconscientemente el profesor no desarrolla su quehacer desde una pura perspectiva mecánica y rutinaria. Son muchas las situaciones cambiantes en el seno del aula y a través del curso, que imposibilitan el tratamiento ciego implicado en el título de este apartado.

Quiérase o no, el profesor se interroga sobre su trabajo y sobre la forma de ejercerlo. Y, además, siempre encuentra explicaciones. No es, pues, la presencia o ausencia de preguntas y explicaciones lo que distingue una práctica reflexiva de ésta que denominamos acrítica. Lo que las diferencia es el tipo de preguntas, la clase de explicaciones, la intencionalidad de la búsqueda, el propósito que guía la reflexión, en definitiva la naturaleza de ambos procesos.

La práctica acrítica, el ejercicio profesional rutinario, la carencia de una reflexión intencionalmente dirigida a descubrir los elementos encubiertos por los que se rige la relación educativa y los procesos instruccionales; desembocan forzosamente en una interpretación superficial de la realidad que conduce al asentamiento de ideas tradicionales sobre la enseñanza y el aprendizaje con las que este tipo de profesor se encuentra totalmente identificado. Se trata, una vez más, del conocido mecanismo de racionalización por el que el profesor se reafirma en sus errores y termina, lógicamente, por entender cada vez menos la realidad con la que diariamente se enfrenta.

Así pues, la práctica en si misma ni favorece ni genera mecanismos que favorezcan su transformación, más bien, al contrario, se encarga de obstaculizarlos cuando no de abortarlos prematuramente. Así considerados, los años de antigüedad docente no proporcionan como tales, experiencia en el sentido de valor añadido, sino sólo enquistamiento profesional, ceguera en los diagnósticos y rutinas predictivas. En este sentido son un serio obstáculo para cualquier proyecto innovador.(Fernández Pérez, 1994).

En un par de días, cuelgo la segunda parte. Ésta es para "chinchar" el debate.

6 comentarios:

Angelus dijo...

Tercio en este "ajuste de cuentas".

La polémica entre pedagogos y profesores viene de largo y empieza a manifestarse -en algún caso de forma violenta- a raíz de la crisis de la educación en nuestro país y la paralela implantación de la LOGSE y sus derivados. A una enseñanza basada en la simple transmisión de conocimientos (pero con indudables, en mi opinión, resultados favorables), le sucedió una nueva estrategia docente que primaba el autoaprendizaje y en la que psicólogos, pedagodos y orientadores venían a ocupar un lugar protagonista en la nueva escuela "logsiana". El derrumbe estadístico de los niveles de la educación española, así como la aparición brutal de comportamientos disruptivos (hasta entonces tan solo latentes o directamente alejados del sistema por imperativos de edad), se asoció, desde una buena parte del estatemento docente, al nuevo marco legislativo y a la pérdida de protagonismo del profesor, directamente proporcional al empuje de los pedagogos. La tensión continúa, a pesar de estar todos a bordo de un mismo barco que naufraga, pero en el que continuamos, por desgracia, abriendo vías de agua.

En cuanto a la disyuntiva buena práctica reflexiva/mala práctica acrítica, en efecto, existe en nuestra profesión, pero sucede lo mismo en cualquier ámbito profesional (me atrevería a decir, en cualquier ámbito de la vida). Hay buenos y malos profesionales, y los seguirá habiendo, lo mismo que hay buenos y malos padres; pero lo que me parece inaceptable de este artículo es la última parte en la que se desprestigia la experiencia y la antigüedad docentes, reduciéndolas al "enquistamiento, ceguera y rutina", cuando, en realidad, todos sabemos que son los años de práctica docente los que van puliendo y mejorando los hábitos y métodos (ya se sabe, "Más sabe el diablo por viejo..."). Otra cosa es que el paso de los años castigue el cuerpo y el ánimo, pero eso es ley de vida; además, nuestra profesión está más sujeta que otras al mal del quemado -recomiendo la lectura del artículo de Elvira Lindo que incluí en la reciente entrada "Comienzo de curso caliente".

En todo caso, me alegro de que Carlos introduzca este debate y "caliente" nuestro blog.

Julio Adame dijo...

No soy profesor (aunque mi intención sea algún día serlo), pero me gustaría dar mi humilde opinión sobre esto. Mejor dicho, me gustaría dar mi opinión sobre un aspecto mencionado en el artículo, que es sobre que el mejor puedo opinar.
Este curso estoy sufriendo en mis "propias carnes" la desgana de un profesor que está a las puertas de su jubilación. Miento... no estoy sufriendo su desgana, sino sus ganas por otras cosas que se alejan mucho de lo que es enseñar adecuadamente. Su enseñanza se basa en un método que, a mi parecer y al contrastarlo con otros profesores, está algo obsoleto. Bien es cierto que "cada maestrillo tiene su librillo", pero el de esta persona es el Libro Gordo de Petete.
Mañana, en mi nuevo blog con José Ignacio, hablaré sobre todo esto del sistema educativo.

¡Saludos!

Angelus dijo...

http://ahdelavida.blogspot.com/2011/10/de-cien-treinta.html

http://ahdelavida.blogspot.com/2011/11/superprofesores.html

Manuel dijo...

http://www.repasodelengua.com/2011/11/aqui-cabemos-todos.html
y a continuación, para seguir ubicándonos...
http://olahjl2.blogspot.com/

Manuel dijo...

http://olahjl2.blogspot.com/2011/11/comprension-lectora-el-origen-de-todo.html

Angelus dijo...

Manuel, muy interesante el enlace. No puedo estar más de acuerdo con la exposición del autor del blog. Yo, de hecho, oriento cada vez más mi enseñanza a la comprensión y expresión escritas, y a la expresión oral: las destrezas lingüísticas básicas; en esto sí que creo, lo de las competencias básicas es otra historia...