Compañeros, vamos a ver si le damos marcha este curso al blog. Para comenzar, ahí va el comentario a una novela que he leído recientemente, Burlando a la Parca de Josh Bazell. Espero vuestras entradas.
La anécdota de esta sorprendente novela es la siguiente: Pietro Brwna, de ancestros judío polacos, es un testigo protegido del FBI contra la mafia que se ha visto obligado a cambiar de nombre, Peter Brown, y ahora, tras su paso por la Universidad, ejerce de médico residente en un peculiar centro hospitalario, el Hospital Manhattan Catholic; antes de la conversión, era un matón a sueldo de “La cosa nostra” enjuiciado por un crimen que no cometió, además de burlado y escarmentado por la propia “familia” que lo acogió. La intriga sobreviene cuando uno de sus pacientes lo reconoce y amenaza con desenmascararlo.
El texto se articula en dos discursos alternos: el repaso que hace el protagonista de su vida, admisión y desengaño de la mafia, y, por otro lado, la narración en presente de un día de ejercicio médico en el hospital, desde que sufre un atraco a las puertas del centro hasta su milagrosa salvación tras la persecución a la que se ve sometido por sus antiguos secuaces. Todo ello salpicado con sabrosas notas a pie de página que pretenden “ilustrar”, en su mayoría, sobre aspectos técnicos de la medicina. El discurso en pasado no ofrece excesivas sorpresas narrativas: desarraigo familiar, venganza como origen del salto vital hacia el asesinato, referencias cinematográficas, intriga mafiosa…, si bien hay un capítulo especialmente significativo del clima de la novela: aquel en el que Pietro viaja a Polonia para resolver por “la vía rápida” una antigua traición a sus abuelos judíos; un viaje que se convierte en una sátira hacia los polacos por su antisemitismo y la colaboración en el exterminio judío; un punto de vista nada políticamente correcto, antes al contrario, directo, burlesco y controvertido, que son, en definitiva, las “armas” de esta novela.
Lo verdaderamente sustancioso del texto reside en la jornada laboral del protagonista y narrador de la novela. Aquí tenemos toda una parodia de la deontología médica y del funcionamiento de un hospital: utilización de fármacos por los profesionales como droga, lenguaje soez en la descripción de los pacientes y en la relación de los médicos entre sí, trato confianzudo con los enfermos hasta el punto de llegar a escarceos sexuales, escenas grotescas en las visitas a las habitaciones y en las operaciones que terminan con jeringuillas incrustadas en quien no se debía, etc. Pero todo ello, con precisión técnica y terminológica (a la que no son ajenas las citadas notas) para dotar de verismo a escenas hilarantes.
Sin embargo, hay un fondo ético en la novela, la que aporta, a pesar de su pasado asesino, su personaje principal. Éste se rige por un código que le impide asesinar a personas inocentes, que le hace socorrer al atracador que ha intentado robarle y que se ha llevado la paliza correspondiente y que, al final del texto, le obliga a regresar al hospital, siendo consciente de que la mafia lo ha localizado ya y está tras sus pasos, para salvar de un error médico a una paciente a la que se le iba a amputar una pierna. Una ética que compensa la sátira de la novela, que compone de una pieza al personaje y que entra en conflicto directo con el malo de la novela, su ex amigo íntimo, compinche mafioso y antagonista del texto, Adam Locano.
2 comentarios:
Rafa, también me alegra que nos sigas leyendo (y participando). Mi historial, mal que les pese a algunos, no empezó ni terminará aquí, así que por ese lado, tranquilidad. Te echamos de menos.
¡¡¡Esto es "demasiao pa mi"!!!
Pero el Jefe la ha leido ... habrá que leerla ¿no?
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